Entre las dietas de las que más se habla, la proteinada ocupa uno de los primeros puestos. Se trata de un plan de alimentación que presenta un aporte de proteínas ajustado a los requerimientos del organismo, pero bajo en hidratos de carbono y en lípidos.
Este consumo reducido de hidratos de carbono favorece la pérdida de tejido graso, pero no la de músculo, por lo que también se la conoce como la “liposucción sin cirugía”. Su popularidad, además, se debe que provoca sensación de saciedad y una pérdida de volumen muy rápida.
Este aporte de proteínas se realiza introduciendo en las ingestas diarias barritas, batidos y cremas que sustituyen o acompañan a otros alimentos, como verduras.
Es importante diferenciarla de las dietas hiperproteicas, aquellas que aumentan el aporte de proteínas por encima de las necesidades del organismo y reducen tanto el aporte de hidratos de carbono y de lípidos que pueden llegar a sobrecargar el metabolismo, especialmente el renal.
Las proteinadas, además, y siempre que se realicen bajo la supervisión de un especialista, suprimen la aparición del temido efecto rebote cuando se consigue el peso deseado.
Para aquellas personas que quieran rebajar su peso sin las renuncias que exigen las dietas anteriores, planteamos las dietas disociadas. Si bien es cierto que la pérdida es más lenta, permiten comer de todo, con el único requisito de no mezclar ciertos alimentos con otros. Así, suman otra ventaja más: son las más fáciles de sobrellevar si tenemos una vida social activa, pues además permiten incorporar una copa de vino en las comidas.
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